Sólo hay una religión. Sólo hay una felicidad. Mil formas, mil profetas, pero sólo una llamada, una voz. La voz de Dios no viene del Sinaí, ni de la Biblia; la esencia del amor, de la belleza, de la santidad no reside en el Cristianismo, ni en la antigüedad, ni en Goethe, ni en Tolstói; reside en ti, en ti y en mí, en cada uno de nosotros. Esta es la antigua doctrina, la única, siempre igual a sí misma, nuestra única, eterna y valedera verdad. Es la doctrina del Reino de los Cielos, que nosotros llevamos dentro.

Herman Hesse

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