Ego


Foto de Broin en pixabay

Cuanto más me aferro al ego, más desdicha y sufrimiento. Más se acota el entendimiento. Menos gestos altruistas. Me victimizo o me engrandezco, todo gira en torno a mi, mi propia historia, absorbido en la memoria.


En la evolución de la trascendencia del ego, se vuelve ínfimo, y, curiosamente, más yo me siento. Puedo ver a los demás, dejando mi historia a un lado. Vuelco el drama, vivo el teatro. La pequeñez de mis personajes contrasta con la grandeza del momento. Entonces puedo estar en el otro, vaciar y colmar el vaso. Inclinar la balanza del otro lado. Desde la plenitud propia, se puede dar sin reparo. Y mirar las sombras con ojos claros. Se funde el espeso y viscoso lingote de oro, y se vierte alegre, ocioso y osado.

Alma brillante en ojos despejados, sean felices las seres humanas y humanos, flote la flor de loto entre el fango.

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